En la era de las aplicaciones móviles y del “todo en la Nube”, a utilidades y antivirus solo les quedan dos opciones: aliarse o morir. Por ese motivo convergen cada vez más en suites totales, que ofrecen restos de funcionalidad que Windows no proporciona.
Desde su aparición, antivirus y utilidades de optimización han compartido un mismo objetivo: resolver problemas que Microsoft nunca ha querido reconocer, esto es, que sus sistemas operativos eran ineficientes e inseguros. El arquetipo para todos los optimizadores fue Norton, que lanzó herramientas para mejorar MS-DOS, como Norton Utilities y Norton Antivirus. Con Windows 95, asistimos a un renacimiento de este tipo de herramientas. Internet facilitaba la propagación de virus y Windows padecía de numerosos problemas.
Fue en esa época que la limpieza de Registro se volvió tan habitual como escanear el PC en busca de virus o borrar las cookies. Windows parecía precisar de más cuidados que un violín Stradivarius. Pero cuando Microsoft estrenó Windows XP, cuya sólida arquitectura es la misma de Windows NT y 2000, muchas de las necesidades de optimización disminuyeron o desaparecieron, y en algunos casos se quedaron como meras supersticiones. Por ejemplo, limpiar el Registro de Windows no aporta beneficios reales, pero seguimos haciéndolo.
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